Hablar de Gloria Estefan significa celebrar historia viva. Ella no solo rompió barreras para la música latina en Estados Unidos, sino que transformó el sonido de toda una generación. A lo largo de más de cuatro décadas, construyó una carrera con más de 100 millones de discos vendidos, ocho premios GRAMMY y reconocimientos tan prestigiosos como la Medalla Presidencial de la Libertad y los honores del Kennedy Center. Gloria Estefan dejó una huella imborrable en la cultura global sin perder nunca el contacto con sus raíces.
Hoy fortalece y visibiliza aún más esa conexión con Raíces, su nuevo sencillo —y el primero de un álbum del mismo nombre— que ya alcanzó el puesto #1 en múltiples listas de Billboard. La canción no solo celebra los ritmos que marcaron su carrera, sino que también honra la herencia cultural que moldeó su identidad artística.

En esta entrevista exclusiva, Gloria Estefan comparte con franqueza el significado personal de este proyecto, habla sobre su relación con Emilio Estefan, el humor como herramienta de vida, los desafíos que enfrentó como mujer latina en la industria musical y el legado que quiere dejar a las nuevas generaciones. Con la calidez y honestidad que la definen, la gran dama de la música latina reflexiona sobre lo que ha sembrado y cosechado, y nos recuerda que el arte auténtico —el que nace del alma— nunca pasa de moda.
Has dicho que “Raíces” expresa cómo el amor y la vida son como la siembra. ¿Qué semillas sientes que sembraste hace años y hoy están dando fruto con este proyecto?
La semilla más importante en mi vida, obviamente, son nuestros hijos y ahora mi nieto, porque la familia para nosotros siempre ha sido lo número uno, y creo que eso se ha reflejado en nuestra música. A nivel musical, para Emilio y para mí, la música siempre ha sido un escape, una catarsis, un punto de alegría que ha llenado mucho nuestras vidas. Ahí están las semillas: cada vez que compongo una canción —ya sea yo o Emilio— siempre pensamos en cómo va a hacer sentir a la persona que la escuche. Queremos que los inspire, que los haga sentir algo positivo. Que los haga llorar, quizás, desahogarse. Que les dé palabras, que bailen, disfruten, se diviertan. Cada vez que sacamos un tema pensamos en eso. Es una responsabilidad y un privilegio muy grande que hemos mantenido muy presente a lo largo de nuestra carrera.

¿Qué nos puedes contar del segundo sencillo, La Vecina (No Sé Ná’)? ¿Qué lugar ocupa el humor en tu música y en tu manera de conectar con el público?
El humor en nuestra vida es imprescindible. Siempre nos estamos riendo, nos burlamos de nosotros mismos y no nos tomamos las cosas tan en serio. El humor me ayudó a atravesar el momento más difícil, que fue mi accidente. La Vecina, aunque es muy graciosa, viene de un lugar muy real, porque la grabamos en el primer lugar donde viví con mi madre, que aún lucía exactamente igual. Yo quería atar ese espíritu y esa energía a la canción.
Eres una de las primeras artistas latinas en lograr un crossover exitoso. ¿Qué retos enfrentaste entonces como mujer y como latina, y cómo los comparas con los de hoy?
En ese tiempo no había muchos espacios para la música latina, ni siquiera había estaciones de radio en español en muchos lugares. El reto era convencer a la disquera de que una canción tan latina como Conga, o incluso Dr. Beat, podía funcionar. Como mujer, tuve la ventaja de tener a Emilio como mánager, lo cual me protegió de muchas situaciones que enfrentan las mujeres en esta industria, especialmente al tratar con hombres poderosos. Siempre fuimos un equipo.
Hoy en día, hay otros retos. El mundo del disco físico ya no existe como antes. Para ganar dinero, los artistas tienen que salir de gira y hacer shows en vivo, pero para eso, necesitas tener un éxito. Al mismo tiempo, hay mucha más libertad gracias a Internet y a todas las herramientas que tienen los músicos jóvenes para crear, pero todo está mucho más fragmentado. Cada época tiene sus retos y sus cosas buenas, pero lo importante es seguir poniendo arte en el mundo.


Después de tantos logros —GRAMMYs, Billboard, la Medalla Presidencial de la Libertad, entre otros—, ¿qué te sigue motivando a crear y compartir nueva música?
La creación de algo nuevo es lo que nos impulsa. Me motiva seguir tratando de inspirar a las personas. Cuando hicimos este disco, Raíces, pensábamos en cómo se iba a sentir la gente al escucharlo. Si les iba a provocar nostalgia, si les iba a recordar algo o hacerlos pensar. Para mí, esa es la mayor motivación: tener la dicha de llegar a las personas con algo que les inspire.
A lo largo de tu carrera has sido una embajadora cultural de la comunidad latina. ¿Qué representa para ti la palabra “raíces” como mujer cubanoamericana?
Las raíces de todos los seres humanos son profundas, y muchas veces ni siquiera las conocemos del todo. Yo no viví mis raíces cubanas en carne propia tanto como otros, porque llegué a Estados Unidos a los dos años y medio. Pero para mi madre era muy importante empaparnos de nuestra cultura para que no se nos olvidara. Creo que todo lo que uno vive enriquece, porque son fusiones. Y solo en la fusión puede surgir algo nuevo.

Si pudieras hablar con la Gloria joven que soñaba con cantar, ¿qué le dirías hoy, después de todo lo vivido y todo lo logrado?
Curiosamente, la Gloria de antes no soñaba con cantar, porque no le gustaba ser el centro de atención. Pero cantar, desde que hablo, era una necesidad para mí, como respirar. Era feliz haciéndolo en mi cuarto, encerrada con mi guitarra. La música me ayudó a atravesar momentos difíciles. A la joven que entró al grupo por diversión, le diría: no te preocupes tanto, simplemente disfruta cuando estés allá arriba. Me tardé mucho en aprender eso.
Finalmente, ¿cómo te gustaría que el público recuerde esta etapa de tu carrera? ¿Qué legado quieres dejar con Raíces?
Me gustaría que el día que no esté, me recuerden con mucho amor, con cariño, y que sigan divirtiéndose con la música que creamos. Mira a Celia —sigue muy viva a través de su música. Esa es la belleza de la música: que uno puede crear algo que va a seguir existiendo cuando ya no estamos.
