Por: Ewa Siemiatkowska
AMNY.com
Pocos titulares de salud han suscitado tanta preocupación y debate este año como el aumento de la incidencia del cáncer de mama en mujeres menores de 40 años.
Desde la publicación de nuevos informes de la Sociedad Americana del Cáncer (American Cancer Society) y el Instituto Nacional del Cáncer (National Cancer Institute), los expertos se han apresurado a resolver el enigma de por qué, a pesar de los avances en medicina y la creciente concienciación sobre la salud, esta enfermedad potencialmente mortal está afectando notablemente a un grupo demográfico que antes se creía fuera del grupo de riesgo.
La epidemióloga social y oncológica Rebecca Kehm, junto con otros investigadores de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, ha participado en esta investigación, examinando la variación geográfica de esta tendencia.
Ahora, al observar el pánico, Kehm nos recuerda que «aunque las tasas están aumentando, el cáncer de mama sigue siendo relativamente raro en menores de 40 años».
Kehm respondió con escepticismo a la idea de revisar las directrices sobre mamografía. «No tiene sentido realizar pruebas de detección sistemáticas a toda la población en menores de 40 años. Los datos simplemente no lo respaldan».
Aunque generalmente son seguras, las imágenes mamarias exponen a las pacientes a una pequeña dosis de radiación. «Queremos tener esto en cuenta al considerar los riesgos y los beneficios», añadió.
Dicho esto, ningún síntoma o bulto que se detecte en la mama debe ignorarse, especialmente en personas con antecedentes familiares importantes de cáncer.
«Se trata de tener una conciencia personal sobre el propio cuerpo. Si la persona siente algo mal o anormal, debe realizar un seguimiento. Y, por otro lado, su médico o profesional de la salud también debe tomarlo en serio».
Sin embargo, estos principios en torno a la profilaxis y el diagnóstico no son en absoluto recientes. «Los datos muestran que ha habido un aumento constante durante décadas. Por lo tanto, este no es un fenómeno nuevo», afirmó Kehm. «No creemos que este aumento se deba a algún tipo de nueva exposición que haya surgido».
Si bien su artículo incluyó a Maryland, Nueva York, Nueva Jersey, Hawái y Connecticut como los cinco estados con la mayor incidencia de cáncer de mama de inicio temprano entre 2001 y 2020, Kehm insiste en que ningún aspecto por sí solo, incluida la geografía, puede explicar el riesgo de cáncer de mama ni la forma multidimensional en que ha evolucionado a lo largo del tiempo.
El cáncer es tan complejo y está causado por tantos factores diferentes que es probable que diversas fuerzas cambiantes en nuestro entorno y estilo de vida sean las que provoquen este aumento.
Para todos los residentes de Nueva York preocupados por la exposición a factores atmosféricos, como la contaminación del aire, esto ofrece cierta tranquilidad.
Al mismo tiempo, Kehm procura no minimizar el tema. En lugar de intentar encontrar una solución milagrosa, sugiere redirigir los esfuerzos a completar las lagunas en nuestra comprensión de la fisiología femenina.
«Todo esto demuestra que necesitamos más investigación centrada en la salud de la mujer a lo largo de la vida», afirmó. «Eso nos ayudaría a comprender cómo es el desarrollo mamario normal y qué sucede cuando observamos cánceres a edades más tempranas».
