Un sargento del NYPD fue acusado de hacerse pasar por un director de campo del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y ordenar a una víctima y a su familia que se entregaran en una oficina de ICE.
Durante la audiencia del martes en el Tribunal Federal del Distrito Este de Nueva York, Atickul Islam, de 29 años, se declaró no culpable de un solo cargo por hacerse pasar por un oficial federal. El juez lo dejó en libertad bajo una fianza de reconocimiento personal no asegurada de $25,000.
El abogado defensor John Arlia, quien representó a Islam, dijo a la jueza magistrada Taryn Merkel que el NYPD suspendió a su cliente sin sueldo y le confiscó su placa y su arma de servicio.
Según los documentos judiciales, Islam —quien también usa el alias “John W. Anderson”— presuntamente contactó a una persona identificada como “Víctima 1” y se presentó como director de campo de ICE. Islam ordenó a la víctima y a su familia que se presentaran ante ICE antes del 15 de abril, según los expedientes.
Los documentos públicos no detallan el lugar exacto del presunto delito, aunque uno de ellos indica que ocurrió en Queens.
Merkel también accedió a la solicitud de los fiscales federales de ordenar a Islam mantenerse alejado de la cuadra donde vive la víctima.
Islam no respondió preguntas de periodistas al salir de la sala. De acuerdo con los registros del NYPD, está asignado al Police Service Area 3, que patrulla complejos de vivienda pública en Bushwick.
Arlia afirmó que Islam está “totalmente decidido a luchar contra estos cargos”.
La organización de defensa de migrantes LatinoJustice emitió un comunicado sobre el arresto de Islam.
“Hacerse pasar por un agente federal para ordenar a alguien de nuestra comunidad inmigrante que se presente en una oficina de ICE es un abuso de poder atroz que destruye la confianza pública y amenaza la seguridad de nuestra comunidad”, dijo Rex Chen, abogado supervisor de Derechos de Inmigrantes en LatinoJustice PRLDEF. “Usar el miedo a inmigración como arma contra una víctima es inconcebible. Envía un mensaje paralizante a nuestras comunidades inmigrantes, desalentando a víctimas y testigos de pedir ayuda o reportar delitos, y en última instancia, hace que todos los neoyorquinos estén menos seguros.”



















